Tiene propiedades antioxidantes, antisépticas, relajantes y antiespasmódicas. Ayuda a mejorar los niveles de estrés, tensión y ansiedad.
Sus propiedades antioxidantes contrarrestan el deterioro celular y algunas enfermedades autoinmunes derivadas de este deterioro. Ofrece buenos resultados en pacientes con enfermedades neurodegenerativas.
Colabora con la salud cardiovascular, ayudando a controlar el colesterol. Tiene piedades antisépticas que ayudan a tratar infecciones en las heridas. Y favorece la regulación de los niveles de azúcar en personas que no padecen diabetes.
Ayuda a perder peso acelerando el metabolismo debido su contenido de cafeína y el polifenol EGCG.
Reduce el riesgo de enfermedad de Alzheimer y Parkinson.
Mejora el sistema inmunológico
Previene la diabetes tipo 2
El té de jazmín se prepara con flores de jazmín mezclado como base con té verde o té negro.
Se puede usar para preparar mascarillas faciales que mejoran la piel del rostro.
Las hojas frescas se usan también para aliviar los dolores bucodentales. Otro de los usos que se le da a esta planta o a sus flores, son bajar la fiebre o eliminar mareos.
Los pétalos de la flor del jazmín tienen benzoato de bencilo, un principio químico muy efectivo para tratar la sarna o la pediculosis. También contiene fitol, una sustancia empleada para la creación de las vitaminas E y K, además de linalool, jasmonato de metilo e isofitol.
El aceite esencial de jazmín tiene propiedades calmantes y relajantes, lo que lo convierte en un componente valioso en aromaterapia. También se utiliza para aliviar dolores musculares, problemas respiratorios como la tos y la gripe, y para mejorar condiciones de la piel como el acné y el eccema.
El té de jazmín contiene sustancias como el ácido en grandes cantidades, lo que podría irritar el revestimiento del estómago si se tomaran grandes cantidades de esta infusión.